jueves, 25 de octubre de 2012

Transcribo y cuelgo aquí este artículo, firmado por José Antonio Méndez en el semanario digital Alfa y Omega de este jueves 25 de octubre, por ser muy ilustrativo y esclarecedor de lo que está aconteciendo en torno a la reforma del Ministro Wert y la ola de manifestaciones y huelgas que ha generado en un sector del mundo de la educación.
Román Encabo.


"Justo el mismo día en que el Sindicato de estudiantes y la CEAPA –Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos– iniciaban, la semana pasada, una huelga de tres días en todos los centros educativos de España, la UNESCO publicó su Informe de seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo 2012, que calificaba de inquietante el elevadísimo abandono escolar en España: tres de cada diez estudiantes no terminan la enseñanza obligatoria. En realidad, el documento no aportaba datos nuevos, sino que recordaba lo que otros informes internacionales, como PISA o McKinsey, señalan desde hace años: nuestro país dobla el promedio europeo en fracaso y abandono escolar, sólo superado por Malta, y está a la cola de la OCDE en la calidad de los conocimientos de los alumnos. Eso, a pesar de que, en la última década, nuestro gasto público educativo ha sido un 21% mayor que el promedio de la UE y, en 2010, supuso casi el 5% de los Presupuestos del Estado. Porque invertir mucho en educación no significa invertir bien. A pesar de estas cifras, ni el Sindicato de Estudiantes, ni la CEAPA, ni ninguna de las asociaciones que apoyaban la huelga, se manifestaban contra el modelo pedagógico causante de nuestro desastre educativo (el de la LOGSE proyectada por el PSOE), sino contra la reforma de ese modelo que plantea el Gobierno.

Recortes y reformas

La estrategia es sencilla: el Ejecutivo ha anunciado un recorte de 4.000 millones de euros en educación, que, en efecto, podría mermar la calidad de la enseñanza y, en paralelo, ha presentado una batería de reformas que pretenden acabar con el fracaso y el abandono escolar, desterrar la ideología de la escuela, recuperar la cultura del esfuerzo y, en suma, cambiar nuestro modelo siguiendo la línea de países como Finlandia o Portugal (que ha reducido casi a la mitad su fracaso escolar en sólo dos años). Para ello, se incluirán más exámenes, se trazarán itinerarios hacia la FP o el Bachillerato, y se potenciará la Formación Profesional y el bilingüismo, entre otras medidas. Estos cambios no gustan a los defensores del modelo educativo de la izquierda, que mezclan sus críticas a los recortes con las críticas a las reformas, y presentan el cambio como franquista y capitalista. Para muestra, el manifiesto del Sindicato de Estudiantes que llamaba a la huelga: a la vez que criticaba la subida de las tasas universitarias y de la FP, consideraba «¡un auténtico escándalo!» (sic) el hecho de que, en 6º de Primaria, 4º de la ESO y 2º de Bachiller, se hagan exámenes de reválida, porque supone «nuevas trabas para pasar de curso», y abre la puerta a «la obligación de repetir».

Manipulación al descubierto

Ante estos intentos de manipular las protestas contra los recortes, la Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos, CONCAPA, ha recordado que, en 2005, convocó con gran éxito «una manifestación contra la LOE, contra el fracaso escolar y por la libertad de enseñanza», en la que no estuvieron «ni la Ceapa ni el Sindicato de estudiantes, que nunca se han pronunciado contra la legislación socialista que nos ha llevado» a la crisis educativa.

Eso sí, también denuncia que, aunque los recortes –o el aumento de la ratio– «no tienen por qué afectar a la calidad de la enseñanza», algunos recortes «no resultan admisibles, especialmente cuando quedan campos donde pueden realizarse sin sacrificar la educación ». Señalan que «el Ministerio de Educación no está ofreciendo el trato adecuado a los centros concertados, ni a los profesores, ni a las familias». Una reforma que los ignore así, y que «no tenga una dotación económica suficiente está destinada al fracaso». Puntualizaciones más que necesarias, porque no es lo mismo decir No a los recortes que gritar No a las reformas".

José Antonio Méndez





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