miércoles, 11 de marzo de 2009

Quinto Aniversario del atentado terrorista de Atocha

Hoy se cumple el 5º Aniversario del criminal atentado de la estación de Atocha en Madrid. A las 7:37 horas de la mañana del día 11 de marzo de 2004 explotó en el tren 21431, en la vía 2 y dentro de la estación de Atocha, la primera de las tres bombas que colocaron allí los terroristas. Entre las 7:38 y las 7:39 horas del mismo día, explotaron las restantes siete bombas, dos en el tren 21435 en la estación de El Pozo del Tío Raimundo, una en el tren 21713 en la estación de Santa Engracia y las cuatro últimas en el tren 17305 en la calle Téllez, apenas 500 metros de la entrada en la estación de Atocha.


El número final de muertos ascendió, según los datos oficiales a 191, más dos fetos de tres y ocho meses de gestación. Los heridos, de diversa consideración, fueron cerca de 1.900. Macabro, letal, deleznable, cobarde acto terrorista. Murieron gentes de todas las edades que a esa temprana hora de la mañana cogían los trenes de cercanías para acercarse a su puesto de trabajo o a su centro de estudios. Españoles y extranjeros.

El atentado conmocionó no solo a Madrid, sino a toda España y al mundo entero. Todas las personas de buena voluntad y corazón sencillo quedamos conmocionados y destrozados por el macabro acto terrorista. Muchos madrileños anónimos acudimos a los velatorios rezando o guardando silencio respetuoso por las víctimas, sin distinguir de qué nacionalidad eran. Todos eran hermanos. A todos, ciertamente, nos habían herido.

Tras los primeros momentos de aturdimiento, enseguida se organizaron los actos cívicos de protesta, teniendo lugar en toda España manifestaciones en contra del terrorismo y en apoyo de las víctimas, actos de culto e inauguración de diversos monumentos.

No quiero hoy entrar en la valoración sociopolítica de estos atentados. Tuvieron lugar tres días antes de las elecciones generales y, cómo no, también en este acto constitucional -las votaciones- tuvo su influencia. Hoy solamente quiero dejar constancia de dos cosas:

En primer lugar, somos muchos los que creemos que aún falta mucha claridad sobre lo acaecido. A pesar de la larga instrucción y del juicio celebrado, sin embargo, quedan muchas lagunas y muchas preguntas por contestar. Ha habido condenados, cierto; pero, probablemente ni son todos los que están ni están todos los que son. España, como Estado Social, Democrático y de Derecho no puede estar tranquila hasta que no se esclarezcan todas las dudas.

En segundo lugar, tan sólo han pasado 5 años y da pena escuchar el grito actual de las víctimas del terrorismo: "Nos sentimos abandonados por el Gobierno, las Instituciones y la oposición". ¡Qué vergüenza escuchar ésto de las víctimas, cuando ha pasado tan poco tiempo!.

Desde este humilde blog quiero hoy exteriorizar mi solidaridad con todos los accidentados y los familiares de las víctimas del inhumano atentado de Atocha. Todos, desde nuestras limitadas posibilidades, hemos de cooperar para que en España no se olvide este desgraciado crimen. A la vez elevo mis oraciones al Padre bueno para que acoja en su gloria a todos los hermanos asesinados y les de, en plenitud, lo que unos desalmados injustamente les quitaron: la Vida. Me gustaría, asimismo, que desde las Instituciones estatales, que son de todos y a todos nos representan, nunca se olvide lo sucedido ni se deje de apoyar a las víctimas. Da grima escuchar o leer que muchos de ellos todavía no han recibido ni siquiera la ayuda material o monetaria que se les adeuda. ¡Ya les vale! Tantos miles y millones de euros que se gastan las Administraciones -central, autonómicas y locales- en tantas subvenciones, en tantos convenios, en tantas encomiendas de gestión, en tantos gastos corrientes y extraordinarios- y, sin embargo, no hay para paliar la deuda que todos tenemos contraída con las víctimas. ¡Que Dios les ayude, que nosotros no les olvidemos, que las Instituciones les apoyen, les resarzan y les indemnicen y, que también, hagan lo posible por esclarecer la verdad! Después de las pérdidas humanas, lo peor es no saber, con exactitud, quienes han sido, por qué lo han hecho y para qué lo han pertrechado.

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