domingo, 25 de noviembre de 2012

HIMNO DE LA MAÑANA



Hoy que sé que mi vida es un desierto,

en el que nunca nacerá una flor,

vengo a pedirte, Cristo jardinero,

por el desierto de mi corazón.



Para que nunca la amargura sea

en mi vida más fuerte que el amor,

pon, Señor, una fuente de alegría

en el desierto de mi corazón.



Para que nunca ahoguen los fracasos

mis ansias de seguir siempre tu voz,

pon, Señor, una fuente de esperanza

en el desierto de mi corazón.



Para que nunca busque recompensa

al dar mi mano o al pedir perdón,

pon, Señor, una fuente de amor puro

en el desierto de mi corazón.



Para que no me busque a mí cuando te busco

y no sea egoísta mi oración,

pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra

en el desierto de mi corazón. Amén

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