domingo, 1 de julio de 2012

¡¡¡ QUE TRIUNFE ESPAÑA !!!







A penas faltan 55 minutos para que de comienzo la final. En este momento creo que lo más importante es desear toda la suerte del mundo a nuestra Selección. Sí, "nuestra", pues, nos da igual que salgan unos u otros. Todos podríamos hacer una alineación, pero, el Seleccionador es Vicente del Bosque y éste se viste por los pies. Se ha empeñado en jugar sin 9 y va con su idea hasta el final. Hay que reconocer que muy mal no le ha ido en este campeonato de Europa 2012 de Selecciones Nacionales. 


No creo que sea empecinamiento, pues, su honradez y bonhomía están fuera de toda sospecha. Me inclino, al ver la alineación, por pensar que Del Bosque está absolutamente convencido que es lo mejor para España. No hay duda que lo que sea bueno para España lo será también para él como entrenador. 
Esta nuestra Selección ya ha ganado, al revalidar su unión, la unión entre los jugadores, entre jugadores y cuerpo técnico y entre todos ellos y nosotros los aficionados. Y digo revalidar, y es ya por tercera vez, porque son muchas las virtudes que demostraron en el anterior campeonato europeo, revalidaron, después, en el Mundial y han vuelto a ratificar aquí. Son todo un ejemplo y sería muy bueno que la UEFA crease un premio especial al Buen Ejemplo, al Buen Compañerismo y a la Humildad. España, gane o pierda hoy, ya ha ganado ese TROFEO. Y ésto es lo verdaderamente importante.
Todo mi apoyo a nuestra Selección y que podamos levantar la copa esta Noche. ¡VIVA ESPAÑA!

EN CRISTO VIVIMOS, NOS MOVEMOS Y EXISTIMOS


Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra
Pablo VI
Homilía pronunciada en Manila 29 noviembre 1970
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia nos apremia el amor. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros.
Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.
Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.
¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.