martes, 27 de abril de 2010


NUEVA EDICION DEL ANUARIO ESTADISTICO DE LA IGLESIA

CIUDAD DEL VATICANO, 27 ABR 2010 (VIS).-La Librería Editora Vaticana acaba de publicar una nueva edición del Anuario Estadístico de la Iglesia, en el que se recogen datos sobre los principales aspectos relativos a la acción de la Iglesia católica en los diferentes países en el período 2000-2008.

A lo largo de estos nueve años, la presencia de católicos en el mundo ha pasado de 1.0.45 .056 en 2000 a 1.166 millones en 2008, con una variación relativa del +11,54%. Sin embargo, leyendo los datos de forma diferenciada se observa que en África se registra un incremento del 33%, mientras en Europa la situación se mantiene sustancialmente estable (+ 1,17%); en Asia el incremento es de +15,61%, en Oceanía +11,39) y en América + 10,93. No obstante, los católicos europeos han pasado del 26,81% del 2000 al 24,31%, de 2008. En América y Oceanía se mantienen estables y en Asia aumentan ligeramente.

Por lo que respecta al número de obispos en el mundo, se ha pasado de 4.541 en 2000 a 5.002 en 2008, con un aumento del 10,15%.

La población sacerdotal, tanto diocesana como religiosa, muestra un ligero crecimiento a lo largo de estos nueve años (con un aumento del 0,98% a nivel mundial), pasando de 405.178 en 2000 a 409.166 en 2008. Si en África y Asia aumentan (respectivamente un 33,1% y un 23,8,%), América se mantiene estable, mientras Europa y Oceanía disminuyen un 7% y un 4%.

Los sacerdotes diocesanos aumentan un 3,10%, pasando de 265.781 en 2000 a 274.007 en 2008. Por contraste, los sacerdotes religiosos se hallan en constante disminución (-3,04%), llegando a ser 135.159 en 2008. Los sacerdotes disminuyen claramente solo en Europa: si en 2000 representaban más del 51% del total mundial, en 2008 decrecen al 47%. Sin embargo, si en Asia y África juntas suponían en 2000 el 17,5% del total, en 2008 el porcentaje era del 21,9%. América ha aumentado ligeramente su porcentaje que ronda el 30%.

En cuanto a los religiosos no sacerdotes, si en 2000 eran 55.057, en 2008 han bajado a 54.641. Comparando los datos por continentes, en Europa se percibe una neta disminución (-16,57%) y en Oceanía (-22,06%), manteniéndose establemente en América y aumentando en Asia (+32,00%) y en África (+10,47%).

Las religiosas son casi el doble que los sacerdotes y 14 veces los religiosos, pero actualmente están disminuyendo. Han pasado de 800.000 en 2000 a 740.000 en 2008. En cuanto a su distribución geográfica, el 41% reside en Europa mientras en América vive el 27, 47% , en Asia el 21,77% y en Oceanía el 1,28% . En términos generales, las religiosas han aumentado en los continentes más dinámicos, África (+21 %) y Asia (+16%).

El Anuario Estadístico de la Iglesia también recoge la evolución del número de estudiantes de filosofía y de teología en los seminarios diocesanos y religiosos. A nivel global han aumentado, pasando de 110.583 en 2000 a más de 117.024 en 2008. Mientras en África y en Asia los candidatos al sacerdocio aumentan, en Europa disminuyen.
OP/ VIS 20100427 (520)

domingo, 25 de abril de 2010

sábado, 24 de abril de 2010

LA PALABRA DE DIOS SE HIZO CARNE


Durante estos días del tiempo pascual, en la Parroquia de la Anunciación de Nuestra Señora de Pozuelo, los sacerdotes, don Félix y don José María, nos regalan unas sabrosísimas palabras en la homilía de la eucaristía diaria. A continuación transcribo, una homilía de don Félix, nuestro párroco:

Dicen los biblistas que Juan ha reservado el uso de la palabra “carne” para referirse exclusivamente a la encarnación (la Palabra de Dios se hizo carne) y a la Eucaristía. Ambas se iluminan mutuamente. Si la Palabra de Dios se hizo carne,

· quiere decirse que donde Dios habla, ahora, es en la persona de Jesús (Él es la Palabra de Dios), a Él hay que escuchar, porque las antiguas Diez Palabras ahora son una sola: Cristo.
· Y si las Diez Palabras dieron origen al Pueblo de Dios, esta Palabra, que es Cristo, es el origen de un Nuevo Pueblo.
· Si la Palabra de Dios se hizo carne, quiere decirse que a Dios, ahora, se le encuentra en los hombres, en todo hombre y también en mí.
· Si la Palabra de Dios se hizo carne, quiere decir que Dios se ha metido de lleno en nuestra historia, para hacerla suya, para que le encontremos en los acontecimientos que vivimos.
· Quiere decir, también, que Dios ha asumido nuestra debilidad para elevarla, ahora es una “carne” divinizada, habitada por el Espíritu.
· Si la Palabra de Dios (la que hizo la creación, la vida) se ha hecho carne, en Cristo comienza una nueva creación, una nueva vida, un nuevo nacimiento: nacemos de lo alto, de Dios: Él es nuestro Padre.

Podríamos seguir añadiendo muchos aspectos.

Y comer su carne significa aceptar, asumir, formar parte de todas estas cosas. Significa, también, que nos transformamos en Cristo, en Cuerpo y Carne suyos. Significa que aceptamos ser, también nosotros, pan que se entrega para que otros se alimenten. Significa que aceptamos la entrega y el sacrificio (=sangre). Significa que estamos en “proceso de Resurrección”, por estar unidos a Él.

¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?, se preguntaban aquellos judíos. Nosotros ya sabemos la respuesta, aunque algunos, seguramente por ignorancia, se atrevan a decir aquello de “para ser cristiano no hace falta la Eucaristía (=ir a Misa)”, porque, al decirlo, se están desmarcando abiertamente de la oferta de Jesús: es el camino para ser uno con Él, para ser discípulo, para ser de los suyos, para tener Vida en nosotros…

Todo esto hay que irlo “masticando” muy despacio, porque “tiene mucha miga”

viernes, 23 de abril de 2010

MEDIDAS FISCALES PARA REHABILITACIÓN DE VIVIENDAS


En el link que a continuación indico, se pueden ver completas las medidas adoptadas por el Gobierno en materia de rehabilitación de viviendas, intentando, por esta vía, poner otro grano más en el granero anticrisis (BOE 13-04-2010).

Román Encabo


http://www.boe.es/boe/dias/2010/04/13/pdfs/BOE-A-2010-5879.pdf


Real Decreto-ley 6/2010, de 9 de abril, de medidas para el impulso de la recuperación económica y el empleo.
ICAPÍTULO I
Medidas en materia de rehabilitación de viviendas
Artículo 1. Nueva deducción en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas por obras de mejora en la vivienda habitual.
Se añade una disposición adicional vigésima novena en la Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y de modificación parcial de las leyes de los Impuestos sobre Sociedades, sobre la Renta de no Residentes y sobre el Patrimonio, que queda redactada de la siguiente forma:
«Disposición adicional vigésima novena. Deducción por obras de mejora en la vivienda habitual.
Los contribuyentes cuya base imponible sea inferior a 53.007,20 euros anuales, podrán deducirse el 10 por ciento de las cantidades satisfechas desde la entrada en vigor del Real Decreto-ley 6/2010 hasta el 31 de diciembre de 2012 por las obras realizadas durante dicho período en la vivienda habitual o en el edificio en la que ésta se encuentre, siempre que tengan por objeto la mejora de la eficiencia energética, la higiene, salud y protección del medio ambiente, la utilización de energías renovables, la seguridad y la estanqueidad, y en particular la sustitución de las instalaciones de electricidad, agua, gas u otros suministros, o favorezcan la accesibilidad al edificio o las viviendas, en los términos previstos en el Real Decreto 2066/2008, de 12 de diciembre, por el que se regula el Plan Estatal de Vivienda y Rehabilitación 2009-2012, así como por las obras de instalación de infraestructuras de telecomunicación realizadas durante dicho período que permitan el acceso a Internet y a servicios de televisión digital en la vivienda habitual del contribuyente.
No darán derecho a practicar esta deducción las obras que se realicen en plazas de garaje, jardines, parques, piscinas e instalaciones deportivas y otros elementos análogos.
La base de esta deducción estará constituida por las cantidades satisfechas, mediante tarjeta de crédito o débito, transferencia bancaria, cheque nominativo o ingreso en cuentas en entidades de crédito, a las personas o entidades que realicen tales obras. En ningún caso, darán derecho a practicar esta deducción las cantidades satisfechas mediante entregas de dinero de curso legal.
La base máxima anual de esta deducción será de:
a) cuando la base imponible sea igual o inferior a 33.007,20 euros anuales: 4.000 euros anuales,
b) cuando la base imponible esté comprendida entre 33.007,20 y 53.007,20 euros anuales: 4.000 euros menos el resultado de multiplicar por 0,2 la diferencia entre la base imponible y 33.007,20 euros anuales.
Las cantidades satisfechas en el ejercicio no deducidas por exceder de la base máxima anual de deducción podrán deducirse, con el mismo límite, en los cuatro ejercicios siguientes.
A tal efecto, cuando concurran cantidades deducibles en el ejercicio con cantidades deducibles procedentes de ejercicios anteriores que no hayan podido ser objeto de deducción por exceder de la base máxima de deducción, el límite anteriormente indicado será único para el conjunto de tales cantidades, deduciéndose en primer lugar las cantidades correspondientes a años anteriores.
En ningún caso, la base acumulada de la deducción correspondiente a los períodos impositivos en que ésta sea de aplicación podrá exceder de 12.000 euros por vivienda habitual.

domingo, 18 de abril de 2010







El pasado 20 de marzo del año en curso, colgaba en este blog la carta completa del Papa a la Iglesia de Irlanda sobre la pederastia. Me pareció la mejor manera de proclamar cual era la postura de Benedicto XVI sobre el problema.

La carta era clara y explícita y en ella se denunciaba expresamente los abusos que religiosos y sacerdotes habían cometidos con menores. A pesar de la carta y de posteriores intervenciones (la última, hoy, en su viaje a Malta), son bastantes los que siguen atacando al Papa, diciendo que sigue encubriendo la cruel realidad de la pederastia. Y ésto es una absoluta y burda mentira, como se puede comprobar leyendo toda la carta del Papa y, a modo de selección, las palabras que dirigió a los sacerdotes irlandeses y que despejan cualquier duda al respecto:

"Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes".

La Iglesia y el Papa están actuando, ahora, ante este problema, como deberían haberlo hecho siempre. La Iglesia ha reconocido que no siempre lo ha hecho así, pensando que se trataba sólo de un pecado y, en el caso de los pederastas, de unos enfermos. Sí, sería pecado -no hay duda- y eran enfermos -menos duda aún-, pero la Iglesia debió atajar -y no lo hizo, hay que reconocer- el problema radicalmente, teniendo en cuenta en primer lugar y por encima de todo la salud psíquica y espiritual de los menores de los que se había abusado.

Dicho lo anterior, hay que reconocer que este Papa es el que más ha hecho por abordar en toda su crudeza y por solucionar en su misma raíz este dramático problema. Se ha reunido -y lo seguirá haciendo- con las víctimas de tales abusos, les pide perdón y les brinda su apoyo y el de la Iglesia para superar las heridas y los traumas.

No se debe olvidar, no obstante, que ha sido un número ínfimo de religiosos o sacerdotes los que han practicado la pederastia. En comparación con todos los casos que se dan, a nivel global, los que tienen lugar en la Iglesia son un porcentaje reducido. Pero no lo digo ni pienso como excusa; simplemente, para dejar las cosas como son. Cierto que aunque fuese solamente un sólo caso el que se hubiera dado, hubiera sido terrible igualmente. No. Han sido muchos, cientos, y hay que tomar una solución definitiva. Esta solución va por buen camino: Reconocer los hechos, acercarse a las víctimas y ofrecerles toda la ayuda y resarcimiento necesarios y condenar a los culpables, no solamente en el ámbito canónico -intraeclesial-, sino ante la justicia civil, "ante los tribunales debidamente constituidos", como dice el Papa, aunque algunos aún persisten en que el Papa no ha hablado claro.

Pienso sinceramente y no quiero dejar de reflejar que, en el trasfondo de todo lo que se publica, se observa en algunos medios y en ciertos círculos sociales una animadversión hacia el Papa y hacia la Iglesia. No en vano el personaje que más se ha significado en EE.UU. ha sido el mismo que luchó con todas sus fuerzas para que el Vaticano no tuviese el papel de Observador que le concedieron las Naciones Unidas, para su Asamblea General. Luchan en vano. La Iglesia reconoce y reconocerá en la medida en que deba hacerlo el crimen y pecado de algunos de sus miembros -examen de conciencia-; a la Iglesia le duele el alma y se siente responsablemente unida a tanto menor al que miembros indignos suyos destrozaron la vida -dolor de corazón-; la Iglesia está tomando medidas muy serias (¿lo están haciendo otros estamentos o instituciones de la sociedad?) para erradicar la pederastia -propósito de enmienda-; la Iglesia reconoce públicamente el pecado que miembros significativos suyos han cometido -confesión oral-; y, también, la Iglesia está dispuesta a satisfacer -satisfacción de obrar- y resarcir en la medida de lo posible los daños causados. Digo, en la medida de lo posible, porque el mal moral y humano causado a aquellos niños que hoy son hombres o mujeres frustrados es de muy difícil, sino imposible, resarcimiento.

Teniendo en cuenta las premisas expuestas en el párrafo anterior, de este terrible pecado y de este horrendo crimen, la Iglesia, no obstante, saldrá fortalecida. Sí, saldrá fortalecida en la humildad, sintiéndose santa pero a la vez pecadora -"sancta méretrix", que decían los Padres-, sabiendo que la santidad -la misericordia, el perdón y la redención- que ofrece al mundo de parte de Jesucrito lo transporta en unas débiles vasijas de barro, que, en algunas ocasiones, son de peor y más baja condición que este humilde elemento.

La Iglesia, a pesar de todo, seguirá siendo faro y luz para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Y aquellos que subliminalmente quieren ir introduciendo el relativismo radical más absoluto y feroz, nunca conocido, se retorcerán de rabia al ver cómo la Iglesia es capaz de revertir esta situación de pecado y crimen en una alborada de respeto, fraternidad y cercanía que sirvan de referencia a los que luchan por lo Absoluto, a los que buscan a Dios. Sí; a pesar de todo, la Iglesia seguirá gritando que Dios es la meta del hombre, la plenitud del ser humano. Manque les pese a algunos.

Estando así las cosas, sólo resta que todos aquellos que amamos a la Iglesia y a los que nos duelen profundísimamente los crímenes y atropellos cometidos por algunos miembros pederastas, nos pongamos humildemente en oración pidiendo a Dios, Padre bueno y justo, que ayude en primer lugar a las víctimas, que cure sus heridas; pidiendo por el Papa, para que con mente clara y lúcida y voluntad decidida y tome todas las medidas que sean necesarias para erradicar de la Iglesia este vergonzoso crimen; por toda la sociedad, para que el respeto al hombre, sobre todo al débil e indefenso, primordialmente a los niños y jóvenes, sea la luz que rija a toda la familia humana y el faro que oriente las decisiones de nuestros gobernantes.

martes, 6 de abril de 2010

OFERTA PÚBLICA DE EMPLEO PARA 2010


En el BOE del día 1-04-2010 aparece la Oferta Pública de Empleo para el año 2010.
Pinchando en la esta página web se accede al texto del Real Decreto.

http://www.boe.es/boe/dias/2010/04/01/pdfs/BOE-A-2010-5299.pdf

5299
Real Decreto 406/2010, de 31 de marzo, por el que se aprueba la oferta de empleo público para el año 2010.

sábado, 3 de abril de 2010

EL SALUDO PASCUAL DEL SEÑOR: "LA PAZ SEA CON VOSOTROS"


EL SALUDO PASCUAL DEL SEÑOR:”La Paz sea con vosotros”
(Resumen extractado del artículo de Diethild Eickhoff, "El saludo pascual del Señor", Ed. Guadarrama, S.L. Madrid 1962)

“La Paz sea con vosotros” fue el salud pascual de Cristo resucitado. ¿Qué significó este saludo a aquellos discípulos asustados que estando confusos y aturdidos ante el espectáculo terrible del calvario y miedosos de los judíos se encerraban tras las puertas cerradas? Más aún, ¿Qué nos dice hoy a los hombres del siglo XXI?.

Era un viejo saludo, pero, que en la boca del Resucitado, del que en la cruz, por la muerte entró en la vida adquiría, sin duda un nuevo contenido, un renovado significado: Lo que antes era un simple deseo, está ahora ya cumplido y cargado de santa realidad.

En la antigua alianza, este saludo es todavía deseo que aguarda cumplimiento, pero no sin esperanza. Yavé, en efecto, dador de todo bien y toda riqueza había dicho por boca del profeta: “Yo soy el que concede la promesa: Paz, paz, al que está lejos y al que está cerca; yo le curaré(Isaías, 57,19). Hará un pacto de paz con su pueblo, “será una alianza eterna” (Ezequiel, 37,26; Jeremías 32,40). ¿Se trata, solamente, de una paz terrena? Así podría deducirse al leer las bendiciones del libro del Levítico (26,6) y del profeta Ezequiel (34,25 ss). Pero, no hemos de olvidar que el don de Yavé es, eminentemente, un don de salud.

A medida que nos adentramos en el lenguaje del Antiguo Testamento, se nos revela con mayor claridad hasta qué punto esas imágenes se encuentran montadas sobre el fondo de los futuros tiempos mesiánicos, por lo que no pretenden ser entendidos a la letra, sino como promesa de una realidad más profunda.

La visión de los Profetas veterotestamentarios dirige nuestra mirada hacia la salud escatológica, de suerte que la paz se nos revela cada vez más como el compendio y símbolo de las bendiciones de la era mesiánica. “Príncipe de la paz” es el nombre del futuro Mesías-niño (Isaías 9,5). “El anuncia la paz a las naciones” (Zacarías 9,10 e Isaías 2,2 ss.).

Este Mesías prometido, este portador de paz se manifestó como realidad en Cristo. El sacrificio de su muerte derribó el muro que se interponía entre Dios y su creación. Sobre el altar de la cruz brilla el arco iris de la paz. Por eso, en la tarde del día de Pascua, Cristo resucitado muestra a sus discípulos las manos taladradas y el costado abierto. ¡Preciosos trofeos de victoria! Ellos son la prenda de la nueva paz. “La Paz sea con vosotros”.

En Cristo resucitado, hoy, este saludo ya no es un simple deseo, sino un don. Ahora, después que en la Pascua de Cristo se ha rasgado el velo de la carne, podemos ver con toda claridad la realidad de la promesa: la Paz del Señor es su Pneuma, su vida divina, El mismo en cuanto exaltado a Señor (Kyrios) y convertido ya, incluso por lo que se refiere a su naturaleza humana, en Pneuma.

En este saludo de Paz de la Pascua, esa fuerza divina se derrama sobre los Apóstoles. No sin profundo sentido narra el Evangelista: “Habiendo Jesús dicho esto (es decir, “la Paz sea con vosotros”), sopló sobre ellos y dijo: Recibid el Pneuma, el Espíritu Santo(Juan 20,22). Palabra y aliento, Logos y Pneuma, son, según la tradición de la Escritura, los instrumentos generadores y vivificantes de Dios.

La Paz es, pues, esencialmente, el mismo Señor glorificado, porque en su persona Dios y el hombre han llegado a la más perfecta unidad que se puede concebir. “Por El tenemos abierta la entrada al Padre en un mismo Espíritu” (Efesios, 2,18).

La Paz es todo ese cúmulo de dones y bendiciones que Dios derrama en nosotros, por Jesucristo, con la fuerza del Espíritu Santo.

La Paz es, en definitiva, la Salvación.

Por eso descubrimos ahora como la despedida final de la Misa, “Podéis ir en paz”, no es una invitación a la tranquilidad, sino más bien una invitación a ser portadores de la Paz que hemos recibido, del Cristo resucitado que hemos celebrado y con el que seguimos íntimamente unidos por medio de su Espíritu, por medio de la Paz.

Reflexión sobre la VIGILIA PASCUAL



La razón de esta vigilia no es cuestión cronométrica de acontecimientos que queremos celebrar (la hora de la Resurrección; no se trata tampoco de una "Misa de media noche"). La vigilia es una celebración sagrada que abarca toda la noche. Comenzaba al apagarse las luces del día -por esto comienza con un lucernario) y terminaba en los albores de la mañana siguiente.

La significación es preciso buscarla en sus orígenes. No es cuestión de horario, como hemos dicho, puesto que la vigilia que tiene lugar en la Noche Pascual se hacía antes de las primitivas comunidades cristianas.

Si esa noche de Pascua es una vigilia, no se duerme, es porque, ante todo, es la Noche del Éxodo; la noche en que los israelitas quedaron libres del yugo de Egipto y entraron en la libertad de los hijos de Dios; la noche en la que el mismo Dios "pasó" por medio de ellos, para darles la libertad, arrastrando a la muerte a los tiranos.

El nombre, "Pascua", tiene su origen, pues, en este "tránsito", en este "paso" del Señor. Pero, ¿por qué Israel celebraba, año tras año, esta vigilia nocturna? Era, sencillamente, porque el éxodo de antaño les obligaba a mantener fija su esperanza en otro éxodo. El que Dios hubiera "pasado" interesaba porque era la promesa de otro nuevo "paso", en el que se manifestaría con "mano fuerte y brazo extendido".

Algo parecido nos sucede a los cristianos. Cristo ya ha "pasado" de este mundo al Padre, pero nosotros seguimos esperando, seguimos haciendo vigilia, porque aún esperamos su último y definitivo paso. Hemos perdido los cristianos aquel sentimiento de confianza en la vuelta inminente del Señor. Sin embargo, Cristo ha de volver. Y no solamente al final de los tiempos, sino que tiene sentido que sigamos haciendo la Vigilia, porque hemos de estar preparados para la venida de Cristo a nuestras almas: Es una venida sacramental, bajo los signos, pero que es, a su vez, el signo o prenda (pignus gloriae) en el que nuestra fe busca apoyo para nuestra esperanza.

¡Cristo ha resucitado y Cristo va a venir a nosotros! Cuando salgamos esta noche de la celebración de la Vigilia, tenemos que ser testigos de esta Resurrección. El mundo tenía que notar en los cristianos algo diferente al término de la celebración del Misterio Pascual de Cristo. Tenemos que morir -viernes santos- a ese hombre viejo que hay en nosotros y aparecer alegres y serviciales a los demás, porque nuestro SEÑOR HA RESUCITADO. Los primeros cristianos se saludaban, en el día de Resurrección, gritando de alegría: "Aleluya, Cristo ha resucitado".

Tras la celebración del Misterio Pascual hemos de estar alegres, porque ese Paso que se ha cumplido en el Señor Jesús, se va a realizar también en nosotros. Porque con su Resurrección Crsito ha preparado para nosotros un manjar que será nuestro alimento durante este desierto de la vida; porque Cristo resucitado será para nosotros esa Luz que iluminará todas las tinieblas de nuestras vidas.

Participemos, pues, en esta Vigilia Pascual llenos de emoción y alegría, porque tenemos y vivimos la gran Noticia:

¡Cristo ha Resucitado!: ¡ALELUYA!

viernes, 2 de abril de 2010

VIERNES SANTO: JESÚS MUERE EN LA CRUZ




J. MOLTMANN CONCILIUM 1972 JUNIO nº 76.

Para comprender la historia de la muerte de Jesús abandonado por Dios como un acontecer que tiene lugar entre su Padre y él como Hijo es preciso hablar en esquemas trinitarios, dejando a un lado, en este primer momento, el concepto general de Dios. En Gál 2,20 aparece la fórmula parédoken con Cristo como sujeto («... el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí»). Según esto, no sólo el Padre entrega al Hijo, sino que el Hijo se entrega también a sí mismo. Lo cual hace referencia a una comunión de voluntades entre Jesús y su Padre en el momento de su separación total por el desamparo de Dios en la cruz. Ya Pablo había interpretado como amor el acontecimiento del desamparo de Cristo por Dios. Lo cual reaparece en la teología de san Juan (3,16). Y la primera carta de Juan ve centrada, en este acontecimiento del amor en la cruz, la existencia de Dios mismo: «Dios es amor» (4,16). Por eso, en la terminología posterior, se puede hablar, en relación con la cruz, de una homousía o consustancialidad del Padre con el Hijo, y viceversa. En la cruz, Jesús y su Dios y Padre se hallan distanciados al máximo por el abandono y al mismo tiempo se hallan en la más estrecha unión por la entrega. Pues del acontecimiento de la cruz entre el Padre que abandona y el Hijo abandonado procede la entrega misma, es decir, el Espíritu.

Si se quiere interpretar el acontecimiento de la crucifixión de Jesús en el marco de la doctrina de las dos naturalezas, dispondríamos solamente del concepto del Dios único y de la naturaleza divina, y desembocaríamos en graves paradojas. En la cruz clamaría entonces Dios a Dios. En consecuencia, en este y sólo en este momento «Dios habría muerto» y, al mismo tiempo, no habría «muerto». Además, si contamos únicamente con el concepto de Dios, siempre estamos inclinados a adscribirlo al Padre, refiriendo entonces la muerte a la personalidad humana de Jesús, con lo que la cruz es «vaciada» de la divinidad. Pero si, en este primer momento, prescindimos ya de dicho concepto de Dios, tendremos que hablar de personas en el marco mismo de las circunstancias peculiares de este acontecimiento concreto. El Padre es el que abandona y entrega. El Hijo es el abandonado, entregado por el Padre y también por sí mismo. De esta realidad histórica procede el Espíritu del amor y de la entrega, que conforta a los hombres desamparados.

Nosotros interpretamos así la muerte de Cristo no como un acontecimiento entre Dios y el hombre, sino principalmente con un acontecer intratrinitario entre Jesús y su Padre, del cual procede el Espíritu.

Con esta postura,
1) ya no es posible una comprensión no teísta de ]a historia de Cristo:

2) es superada la antigua dicotomía entre la naturaleza común de Dios y su Trinidad intrínseca, y

3) resulta superflua la distinción entre Trinidad inmanente y económica. Así, se hace preciso un lenguaje trinitario para llegar a la plena comprensión de la cruz de Cristo y se sitúa en su verdadera dimensión la doctrina tradicional sobre la Trinidad.

La Trinidad ya no es entonces una especulación sobre los misterios de un Dios «sobre nosotros», al que es preferible adorar en silencio a investigar vitalmente, sino que en definitiva constituye la expresión más concisa de la historia de la pasión de Cristo.

Este lenguaje trinitario preserva a la fe tanto del monoteísmo como del ateísmo, manteniéndola adherida al Crucificado y mostrando la cruz como inserta en el ser mismo de Dios y el ser de Dios en la cruz. El principio material de la doctrina trinitaria es la cruz. El principio formal de la teología de la cruz es la doctrina de la Trinidad. La unidad de la historia del Padre, del Hijo y del Espíritu puede luego, en un segundo término, ser denominada «Dios». Con la palabra «Dios» se quiere expresar entonces este acontecer entre Jesús y el Padre y el Espíritu, es decir, esta historia determinada. Ella es la historia de Dios a partir de la cual sobre todo se revela quién y qué es Dios.

Aquel que quiera hablar cristianamente de Dios deberá «contar» y predicar la historia de Cristo como historia de Dios, es decir, como la historia entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, a partir de la cual se establece quién es Dios, y ello no solamente para el hombre, sino también en el seno de su propia existencia. Esto significa, por otra parte, que el ser de Dios es histórico y existe en esta historia concreta. La «historia de Dios» es así la historia de la historia del hombre.

jueves, 1 de abril de 2010

JUEVES SANTO:INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA, DEL SACERDOCIO Y DEL MANDATO NUEVO






Juan 13: 1 - 15
1
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2
Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
3
sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía,
4
se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
5
Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
6
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
7
Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»
8
Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
9
Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
10
Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
11
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»
12
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13
Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy.
14
Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
15
Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.