sábado, 2 de mayo de 2009

EL DOS DE MAYO. FIESTA DE LA INDEPENDENCIA


"Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido". (Napoleón en Santa Helena, Prólogo de La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808-1814, Ronald Fraser).


Celebramos hoy, 2 de mayo, el Levantamiento de la misma fecha del año 1808, en que el pueblo de Madrid se enfrentó violentamente contra la presencia de las fuerzas napoleónicas en nuestra península. Fue una protesta popular que, partiendo de los hechos del Motin de Aranjuez, poco a poco, se fue haciendo imparable por todo el país, generando un tsunami de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocaría en la denominada Guerra de la Independencia Española.


Vencer a los franceses tuvo sus consecuencias positivas y, también, algunas negativas. Entre las negativas, el quedar España, una vez más, excluida en el concierto internacional, amén de quedar los españoles -también, una vez más- divididos en dos bandos: patriotas y afrancesados. Al vencer los primeros, empieza en España esa lucha interna entre absolutistas y liberales, que tanto daño hizo durante el siglo XIX, y con la vuelta del absolutista Fernando VII quedaron cerradas para España las puertas de la nueva modernidad. Entre las positivas, surge entre nosotros el sentimiento de la identidad nacional española -subyacente, no obstante, la división ya apuntada- que desembocó en el gran descubrimiento del constitucionalismo: La Constitución aprobada por las Cortes de Cádiz en 1812, llamada "La Pepa", pues, su promulgación tuvo lugar en la festividad de San José.


Hoy España, sin necesidad de abdicar de su autonomía como Nación, con una Constitución que es de las más avanzadas -aunque, necesita alguna reforma- de las democracias occidentales, ha superado su aislacionismo internacional y trabaja codo con codo con Francia y el resto de los paises europeos en la lenta pero necesaria Unión Europea. España vive el pálpito europeo, sin abdicar de su esencia nacional.

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