miércoles, 17 de abril de 2013

UN MES DESDE LA ELECCION DEL PAPA FRANCISCO


Hace poco más de un mes que fue elegido Papa el Cardenal de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, con el nombre de Francisco. Durante este breve tiempo, el Papa Francisco nos ha dado signos suficientes de por dónde quiere que marche su servicio petrino, de cuales van a ser las coordenadas que van a sostener y orientar su ministerio como Obispo de Roma y, por tanto, sucesor de Pedro.


Con la elección del nombre, Francisco, ya nos expresó lo nuclear de su mensaje: Quiere una Iglesia sencilla, pobre y dedicada a los pobres. Así lo corroboró el día de su elección en su primera aparición en el balcón del Vaticano: Sotana blanca sin mucela roja, zapatos negros, solicitando –con humilde inclinación- para él la oración de todos, utilizando un lenguaje familiar y paternal.

Es un Papa, por lo que se puede colegir de sus palabras, que quiere estar cercano a los hombres que le rodean: Se siente, en primer lugar, Obispo de Roma. Quiere conocer a grey y desde el primer momento se ha acercado a ella bien celebrando en la Iglesia conexa al Vaticano en su primer domingo, bien visitando las Iglesias Mayores de Roma, en cuyos trayectos ha estado atento al saludo de las gentes, a dar el beso y bendición a los enfermos, a utilizar un coche utilitario, a bajarse del mismo para saludar a un necesitado. Incluso a abonar pertinentemente los gastos ocasionados en una residencia, los días anteriores al Cónclave.

Con los obispos y sacerdotes ha tenido palabras de aliento. Les ha animado ha fundamentar su esperanza en Cristo resucitado, reavivando en ellos los albores de vocación sacerdotal –volviendo a Galilea- y saliendo a ver, mezclarse y conocer a sus feligreses: “El pastor debe oler a sus ovejas”. De esta manera su vida sacerdotal recobrará una renovada fecundidad; siendo padres y haciéndose hermanos de sus comunidades sentirán que sus vidas son fecundas y que el éxito o no de esa misión es algo que hay que poner, confiadamente, en manos de Dios: Él sabrá cuando llega el momento de la recolección y a quien toca esa tarea. Dando ejemplo de esta actitud sacerdotal, celebró el Jueves Santo la Misa In Coena Domini en un reformatorio de menores, lavando y besando los pies a muchachos y muchachas reclusos, de los cuales dos eran islamistas. Con ello dejaba traslucir que su mente pastoral conectaba con la de Cristo: “Tengo otras ovejas que no son de este redil”.

Al mes justo de haber sido elegido Papa y siguiendo una sugerencia, al parecer, surgida en el transcurso de las Congregaciones Generales anteriores al Cónclave, ha elegido a un “Grupo” de Cardenales para que le asesoren. Este grupo no pertenece a la Curia, sino que, siguiendo un criterio territorial mediante el cual puedan estar representadas todas las partes del mundo donde la Iglesia está implantada, representan a todos los continentes, con sus inquietudes particulares y con sus criterios propios. Se trata de un órgano consultivo –el Papa será quien decida, finalmente-, pero que aconsejará a Francisco en dos asuntos fundamentales: Uno, aconsejar al Papa en cuanto al “gobierno de la Iglesia universal” se refiere; dos, estudiar y aconsejar sobre una reforma de la curia romana, estudiando un “proyecto de revisión” de la Constitución Apostólica Pastor bonus, que rige la estructura de la Curia desde que fue promulgada por Juan Pablo II en el año 1988. Con los papeles y problemas del Vatileaks, la reforma de la curia romana estaba siendo exigida a voces por todo el mundo. Reformanda est. Y una buena medida terapéutica ha sido buscar un consejo o grupo asesor prácticamente ajeno a la misma.

En la elección de este grupo asesor, también se vislumbra el fino estilo y la delicadeza suma del Papa Francisco. Podría haberlo hecho –hubiera sido visto como normal- por medio del clásico “motu propio”, pero, siguiendo esa reconocida sobriedad y fineza que quiere insuflar a la Iglesia toda, lo ha hecho mediante un sencillo “comunicado de la Secretaría de Estado”, que se divulgó el pasado 13 de abril.

Concluyendo: Por mi parte estoy muy contento con la elección del Papa Francisco, sus primeras palabras y gestos son, a mi parecer, constitutivos y constituyentes del estilo que desea marcar para la Iglesia Católica y, ahondando en ellos, suponen un verdadero interrogante a nuestra postura actual de creyentes y un acicate a entregarnos sin reservas al Dios que nos ama misericordiosamente en Cristo y que hemos de reconocer en nuestros hermanos, particularmente en los más pobres, necesitados y marginados. ¡Que Dios ilumine a Francisco en la tarea de reconfortarnos en la fe y no queramos apropiarnos, según los gustos e intereses, de sus intenciones, gestos y palabras!

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