viernes, 1 de marzo de 2013

SEDE VACANTE Y PAPABLES


Papables, según la rumorología
Desde ayer a las ocho de la tarde en la Iglesia Católica estamos en situación de Sede Vacante. Desde esa hora, Benedicto XVI es ya Papa Emérito y, clausurados sus aposentos papales, el cardenal Camarlengo y todo el Colegio de Cardenales inicia el itinerario hacia la elección del nuevo Sucesor de Pedro.


Somos muy proclives a calificar y enjuiciar la tarea de los Cardenales, en la elección del nuevo Papa, desde unas coordenadas humanas, impregnadas del colorido social y democrático de nuestra vida civil. Lo primero que suele hacerse, es diseñar dos líneas de electores: Los “progresistas” y los “conservadores”. Aplicamos nuestras categorías sociopolíticas a la Iglesia. Y esto no es así. La Iglesia no es nuestra, la Barca de la Iglesia es de Cristo, nuestro Señor y Fundador –como nos ha recordado Benedicto XVI en su despedida- y sabemos que Él continúa en ella, sosteniéndola con la fuerza de su Espíritu en medio del oleaje de este mundo y llevándola, finalmente, hacia buen puerto. Esta es la situación originaria, fundante y fundamental, desde la que hemos de partir y desde la que parten, también, los Padres Cardenales.

Cierto que ellos, en los días previos al Cónclave, hablan entre sí. En primer lugar, para conocerse más y mejor. En segundo lugar, para comentar la situación actual de la Iglesia y las necesidades de ésta en el momento actual y en el futuro. En estas conversaciones, salen nombres. Faltaría más. Esta es la base humana, racional, desde la que, obviamente, tienen que partir y con la que cuenta el Espíritu Santo. Pero, lo hacen sabiendo previamente que, por encima de todo, tienen que guardar la Unidad: Un solo Señor, una sola Fe, un solo Dios y Padre. Esta premisa es de carácter teologal, no política ni social, y tiene un fruto vital que es la UnidadSaben que la Iglesia tiene que seguir unidad proclamando en el siglo XXI la verdad del Evangelio: Que Dios es nuestro Padre, que nos ha creado a su imagen y semejanza, y que solo lograremos esta plenitud en Cristo Jesús, dejándonos guiar, unidos en la fe, por el Espíritu del Padre y del Hijo y dentro de la Iglesia.

Por dicho, para los cristianos, para los católicos en concreto, no es problema de ningún tipo andar haciendo quinielas sobre qué Papa saldrá del Cónclave o cuál puede ser mejor para el momento actual. El Espíritu de Dios Padre y de su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo, nos proporcionará el Papa que más nos convenga. El que resulte elegido ese será el Sucesor de Pedro y Cabeza de los Obispos, sucesores de los Apóstoles. El elegido tendrá no solamente nuestras humildes oraciones, sino, lo más importante, la ayuda del Espíritu de Aquél que nos dijo que no temiéramos, que Él estaría con nosotros “todos los días, hasta el final de los tiempos”.

Como creyentes y miembros del rebaño de Cristo, nos queda, tras dar gracias a Dios por el regalo que ha supuesto para la Iglesia el pontificado de Benedicto XVI, rogar a Dios para que los Cardenales sean permeables a las mociones del Espíritu Santo y elijan como Papa al que la Santa Trinidad quiera. Ad maiorem gloriam Dei.

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