martes, 4 de noviembre de 2014

VICENTE MARTÍN PINDADO: "ARTE, ESCENA Y MISTERIO. Una cierta lectura de Europa"

Religión DigitalEspaña     http://www.periodistadigital.com/religion/espana/2014/10/28/roman-encabo-al-salir-de-la-iglesia-te-dejan-totalmente-abandonado-la-misericordia-de-dios-brilla-por-su-ausencia-religion-libro-sacerdotes-secularizados.shtml


Libro de Vicente Martín PindadoRomán Encabo, con el libro de Pindado


 

"Arte, escena y misterio" (Encuentro) sobre el cura secularizado Vicente Martín Pindado

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Román Encabo: "Al salir de la Iglesia te dejan totalmente abandonado. La misericordia de Dios brilla por su ausencia"

La Iglesia se sigue permitiendo el lujo de perder los talentos de tantos curas secularizados"

José Manuel Vidal, 28 de octubre de 2014 a las 19:40

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Para Vicente la liturgia, el arte y la dramaturgia eran las maneras en que se descubre el misterio de Dios

  • Libro de Vicente Martín Pindado
  • Román Encabo y el libro de Vicente Martín Pindado



(José Manuel Vidal)- Román Encabo es un sacerdote secularizado desde hace ya muchos años. Casado y con dos hijos, funcionario del Ministerio de Sanidad, viene a presentarnos un libro de su amigo, su profesor y su referencia: Vicente Martín Pindado, también ex-sacerdote. Arte, escena y misterio (Ediciones Encuentro) es un reflejo de lo que para Vicente eran "las maneras en que se descubre el misterio de Dios: la liturgia, el arte y la dramaturgia".
"Al salir de la Iglesia te dejan totalmente abandonado", cuenta Román recordando las dificultades que pasó Vicente al secularizarse. "La misericordia de Dios brilla por su ausencia en este tema", lamenta.
El ex sacerdote no puede entender que "la Iglesia se siga permitiendo el lujo de perder los talentos de tantos curas secularizados que estaríamos dispuestos a volver a ejercer", pero al mismo tiempo, se sigue sintiendo tan sacerdote como antes: "No siento que haya dejado el altar, porque entiendo el altar como la celebración de la comunidad", confiesa.
"Arte, escena y misterio" es un libro colectivo. ¿Por qué decidisteis hacerlo?
Cuando murió Vicente (ahora hará ya 10 años) sabíamos que estaba trabajando en este libro. Y sabíamos, claro, que lo había dejado inacabado. Entonces, surgió la idea por un doble motivo: porque nos sentíamos en deuda con Vicente, y queríamos de alguna manera mostrar el aprecio, la veneración y el cariño que le tenáimos; y por otro lado, porque pensamos que la mejor manera de demostrar esto era publicando su libro.
¿Es un libro de Vicente o sobre Vicente?
Las tres cuartas partes del libro son de Vicente. La última parte, la parte "in memoriam", es una parte complementaria en la cual colaboramos varias personas. Los amigos de Vicente, que hemos decidido hacerle este homenaje.
Mons. Ricardo Blázquez
El prólogo está escrito por Monseñor Blázquez...
Efectivamente. El actual presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid.
Entre los colaboradores está Carlos López, actual obispo de Salamanca; varios sacerdotes en activo, como Celso Fernández, Jesús Blázquez González, Alfonso Pérez de la Gorda, etc; dos sacerdotes secularizados (Felipe Hernández y un servidor); y dos antiguos compañeros del seminario, que fueron alumnos de Vicente como nosotros, y también íntimos amigos. Todos de Ávila.
Ávila ha dado grandes personalidades a la Iglesia en los últimos tiempos: Blázquez, Olegario, Felipe Fernández Alía...
Sí. Creo que tiene que ver con el sustrato previo que dejaron en la religiosidad abulense Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. La gente del pueblo cree mucho mucho en Santa Teresa, y acude mucho a ella. Lo mismo pasa con San Juan de la Cruz, pero entre gente un poco más culta, más instruida cristianamente, digamos. Pero Santa Teresa está metida en el alma de la gente de Ávila. Y eso es como un humus.
¿O sea que no crees que sean santos de élites?
Lo son, santos místicos a más no poder. Pero aún así han calado en el pueblo. Es lo mismo que pasa con San Pedro de Alcántara, aunque no sea abulense.
Por otro lado, creo que también se debe a la figura de don Baldomero, que dio a los curas seculares un peso específico, tanto en su personalidad psicológica, como en su mística, como en su religiosidad. La impronta de don Baldomero se deja ver en muchos de los compañeros que he nombrado anteriormente.
¿Por qué Vicente Martín Pindado fue un gran hombre?
Lo que don Baldomero fue a nivel de mística y de orientación sacerdotal, Vicente lo fue en el día a día de la formación sacerdotal del post-concilio. Don Baldomero, por sus circunstancias históricas y por su edad, llegó hasta el punto del Concilio Vaticano II, y Vicente empezó a ser entonces la referencia para todos los que pasamos por el seminario. A los que eran mayores en aquel entonces, como Ricardo Blázquez, les dejó su fuerza y su recuerdo. Y a los que éramos más jóvenes nos inculcó todo su esquema de teología, que nosotros desarrollamos y complementamos con sus clases de cristología, con las de Fernando Sebastián, con las de moral de Marciano Vidal, con las de espiritualidad de Pikaza... etc.
Presentación del libro en set de t.v. de Religión Digital
¿Primero fue profesor en Ávila y después en Salamanca?
Eso es. Y el homenaje que le debíamos es porque, precisamente, él fue el alma mater del cambio de Ávila a Salamanca. Y ese cambio fue muy importante, no porque se tratara de huir de la diócesis de Ávila porque fuera pobre humanamente, sino que se trataba de ir a la Universidad Pontificia para recibir los saberes y las ideas nuevas que venían del Concilio Vaticano II.
Ya clausurado el Concilio, los profesores todavía nos estaban dando la filosofía y la teología escolástica, incluso en latín.
¿De qué daba clases Vicente en Salamanca?
De liturgia. Y para mí fue uno de los grandes especialistas en liturgia, junto a Patino y José Manuel Bernal, que tiene un blog con vosotros en Religión Digital.
¿Se puede decir que fueron ellos los que introdujeron la reforma litúrgica conciliar en España?
Sí. Y Vicente Martín Pintado fue fundamental entre ellos.
¿Coincidiste en Salamanca con Sebastián, Rouco y demás profesores de aquella época?
Sí. Fueron unos años estupendos, porque realmente allí había un elenco de profesores profesionales y grandes intelectuales, que estaban actualizados. Llegar a Salamanca fue para nosotros, que veníamos de la escolástica, encontrarnos con el aire fresco. Fue como lo que está pasando ahora con el Papa Francisco. Aquello fue estupendo.
Por ejemplo, en Cristología teníamos nada menos que a Olegario Fernández de Cardedal, paisano nuestro que ya nos había dado clases en Ávila. Teníamos también, como he dicho antes, a Fernando Sebastián, que fue un magnífico profesor. Por otro lado, recuerdo cómo nos abrió los ojos desde el punto de vista de la moral sexual Marciano Vidal, que es una persona cuyos libros y artículos he seguido leyendo siempre. Como los de Pikaza, que a pesar de los problemillas que ha tenido, sigue teniendo muchos seguidores. Al menos eso veo en el blog que tiene también con vosotros en RD.
Pikaza es una gran autoridad y es un gran sacerdote, aunque esté secularizado.
En esa época estaban también Setién y Rouco.
Sí, Monseñor Setién nos daba Derecho. Lo que pasa es que ya sabes que en aquellos años el Derecho no estaba muy valorado por nosotros los seminaristas.
Y Rouco también estaba, sí. Pero en aquella época no era el Rouco que nosotros conocemos. Era un Rouco avanzado, y si me quieres permitir el término, incluso progresista. Y con cierta inclinación hacia la mano izquierda. Sin embargo, fíjate tú: nosotros seguimos donde estábamos y él está donde está. Son cosas de la vida.
Aula Magna U. Pontificia Salamanca
¿Por qué crees que puede producirse un cambio tan radical en la vida de un hombre?
Yo pienso que fue sencillamente por el poder. Como decía Alfonso Querejazu, "se tragó la varilla". Esto quiere decir que al revestirte de poder y de autoridad, te crees superior a los demás y empiezas a mirar por encima del hombro a los que te rodean.
¿Es ésa la gran tentación del clero?
Del clero o de cualquier líder. Creo que todo el que tiene poder tiende a pensar que tiene que conservar su liderazgo porque es el gran salvador y el gran custodio de la verdad. No pensamos que la verdad está en Dios y que Dios nos la ha mostrado en Cristo. En vez de pensar que la verdad reside en toda la Iglesia, pensamos que somos nosotros, el clero, los apartados, los escogidos, los que la guardamos.
Creo que ahí está la respuesta de por qué cambió el amigo Rouco.
Vicente fue un gran liturgista pero, ¿cómo era a nivel personal? ¿Qué le convirtió en punto de referencia? ¿Arrastraba sólo por su aspecto intelectual, o también por su aspecto humano?
También el aspecto humano, porque era un hombre de mucha cercanía. Él siempre hablaba desde la profundidad intelectual, porque lo era; pero lo decía todo con una sencillez muy grande. Él sabía estar con nosotros en nuestros problemas, en nuestras vidas, en nuestras circunstancias. ¡Cuántas horas se pasaba con nosotros cuando teníamos que decidir si seguíamos o no seguíamos! Siempre estaba junto a nosotros y nuestros problemas de vocación. También iba a ver a nuestros padres para hablar con ellos, sobre todo con aquellos que decidían dejar el seminario. Iba a hablar con las madres para que no se lo tomaran como una cosa dolorosa o irreversible. Él era muy humano. Por eso le queremos tanto, porque no solamente nos dio Doctrina o nos dio enseñanza, sino que nos metió el gusanillo de la lectura, del estudio de la teología, del arte, de la literatura, del teatro... Porque a él le gustaba todo eso. Era un hombre "interdisciplinar". En cambio, otros profesores quizá en su área eran de gran talla, pero no tenían esta complejidad cultural que él tenía. Esa totalidad a la hora de ver la vida, de estudiar la historia y saberla enfocar desde un punto de vista cristiano y, en su caso, litúrgico.
Para él la liturgia, el arte y la dramaturgia eran las maneras en que se descubre el misterio de Dios, se vive y se plasma.
¿Entendía la liturgia emparentada con el cine, la literatura y el arte?
Exactamente. Es que la liturgia es, en definitiva, arte, decorado, escenario y dramaturgia. Eso es lo que forma la celebración.
Espiritualmente y sacerdotalmente, ¿cómo era?
De la línea de don Baldomero, en el sentido de que dejó impronta en todos los que estuvieron con él en el seminario. Era de una espiritualidad honda, una espiritualidad sacerdotal para el pueblo. Una espiritualidad que vivía con el pueblo en la celebración, y que luego traducía en la "calderilla" de la vida, los problemas diarios. Una espiritualidad encarnada.

¿Sufrió mucho cuando dejó de ser cura?
Sí. No lo sabemos porque él lo dijera expresamente, pero yo fui seguramente la persona que más horas estuve con él en aquellos momentos, y aunque él no lo quería expresar, yo sabía interpretarlo.
¿En qué año se secularizó?
Hacia el 1980. Se vino para Madrid, donde estuvo hasta que murió (en el 2004). Él sufrió mucho por la cuestión laboral, porque al salir de la Iglesia (del ejercicio del sacerdocio), te dejan totalmente abandonado. En ese tema la misericordia de Dios brilla por su ausencia.
¿Es eso una asignatura pendiente de la institución?
Muy pendiente. Por eso me parece muy bueno y muy significativo que este libro haya nacido. Porque cuando Vicente Martín Pintado se secularizó, nadie le echó una mano. Él no sólo era catedrático en Liturgia, era un persona cultísima, que podría haber dado clases de arte, de literatura o de filosofía en cualquier centro concertado de la Iglesia...
O de liturgia, de lo que era especialista...
Efectivamente. ¿Por qué la Iglesia quiso perder su talento? Talentos en los que además ha invertido la propia institución. Pero es un lujo que la Iglesia se ha permitido, y que se sigue permitiendo. Aunque quiero pensar que algo están cambiando los tiempos... No les queda más remedio, si abren la ventana y ven el aire que entra, procedente de Roma. Hace 20 meses yo no podría decir esto...
Fíjate que este libro está prologado nada menos que por el actual presidente de la Conferencia Episcopal Española. Eso le honra a Monseñor Blázquez. Creo que no hubiera sido posible con el anterior presidente. Está escrito, además, por otro de los obispos actuales: el de Salamanca; y participan en él varios sacerdotes en activo. Pero curiosamente en este libro también escribimos dos sacerdotes secularizados.
¿Crees que es una especie de rehabilitación de esa persona, por las complicadas vivencias que además de él otros muchos hemos pasado?
Exactamente, ésa ha sido la intención que teníamos al publicar este libro: publicarlo como un homenaje, incorporando nuestras aportaciones.
Tras su secularización, ¿pudo salir adelante?
Sí. Una religiosa irlandesa me puso en contacto con el capellán de su congregación, que era por aquel entonces Fidel Herráez (que todavía no era obispo). Hablé con él y aunque Fidel no conocía a Vicente personalmente, si le conocía por sus escritos. Así que él habló con el arzobispo de Madrid, Ángel Suquía, y entonces le dieron un puesto de profesor en lo que llamábamos entonces la Escuela Normal de Magisterio.
Tres últimos Papas
¿No volvió a escribir de liturgia?
Sí, publicó libros.
¿Pero le invitaban a congresos? ¿Nadie le ofrecía la posibilidad de aportar su caudal?
Que yo sepa, no. Y eso a él le dolía. A parte de los problemas para encontrar trabajo, a él le dolía que sus compañeros del seminario podrían haber estado más cerca de él. Su postura ante Vicente fue manifiestamente mejorable.
¿Tampoco los que ya tenían poder e influencia en aquella época (Sebastián, Setién, Rouco...) hicieron nada por él?
No. A pesar de que ya eran obispos, no le echaron una mano. En nada.
Tú pasaste antes que él por todo ese mismo proceso...
Sí. Yo dejé la diócesis de Ávila en el año 77. Me vine a Madrid a intentar resolver ese problema formal de tramitar la petición de secularización a Roma.
¿Pasaste por un calvario similar al de Vicente, o lo tuyo fue más fácil?
Fue más fácil, pero hay que tener en cuenta que yo era más joven. Iba a hacer 30 años, y un sacerdote de Ávila me recomendó que hiciera una oposición, aunque fuera sencilla. Nadie más me sugirió nada, así que eso hice. Empecé en la administración, de auxiliar, y seguí haciendo oposiciones, poco a poco. Así que ahora estoy en el cuerpo de gestión del Estado. Me enfoqué por esa parte y tuve menos problemas. También mi familia me acogió, cosa que quizá a Vicente le faltara. Aunque ahí no quiero entrar, porque son temas personales.
¿Murió reconciliado con la Iglesia?
Nunca se quejó de la Iglesia. Estaba de corazón y cordialmente reconciliado con la Iglesia, sintiéndose hijo de la Iglesia. Nunca le oí una mala frase contra la Iglesia, a pesar de que nosotros le "picábamos" a ver si entraba al trapo. Le decíamos "se podrían haber portado mejor"... Pero lo más que él decía era: "cuando nos secularizamos, Román, sabemos las consecuencias".
¿Hubiera vuelto a ejercer si se lo hubieran pedido?
Estoy absolutamente convencido de que sí, porque él era sacerdote. Se sentía sacerdote. Tú sabes de sobra que, hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos o cojamos el camino que cojamos, somos sacerdotes.
Letanías en ordenación sacerdotal
¿Es algo que imprime carácter?
Sí. No sólo desde el punto de vista teológico ("in eternum"), sino que desde un punto de vista existencial o anímico, yo creo que es algo que te deja una marca indeleble. Yo por lo menos siempre me he sentido sacerdote, tanto cundo estaba en activo en mi parroquia de Ávila, como en los 36 años que llevo en Madrid.
¿Sigues "ejerciendo" de alguna manera?
Gracias a Dios, sí. He tenido una gran acogida en las dos parroquias en las que he estado (en Caño Roto y en Pozuelo), porque he tenido la suerte de coincidir con sacerdotes de una mentalidad muy actual y muy cercana, que enseguida me abrieron las puertas. Formamos una comunidad de seglares y la gente me trató de maravilla. Realmente yo soy un diácono.
¿En el trabajo también?
En el trabajo no he podido librarme nunca de lo de ser cura. De alguna manera se nota, porque la gente lo intuye.
¿La gente tiende a pedirte consejo, a pedirte que les escuches...?
Sí. Por eso digo que se nota "en sentido positivo". También te digo que yo nunca he negado que he sido sacerdote. En todas partes donde he entrado, lo he hecho diciendo quién soy. Me reciban como me reciban, lo acepten como lo acepten. Y la verdad es que siempre me ha resultado positiva la aceptación. Al igual que, para todas las parroquias donde estuve, sigo siendo su cura, como una vez lo fui.
¿Sientes nostalgia del altar?
No siento que haya dejado el altar, porque sigo participando del altar. Yo entiendo el altar como la celebración de la comunidad. Y como siempre he estado dentro de la comunidad, siempre he estado en torno al altar, celebrando o concelebrando constantemente.
Si hoy el Papa diera el paso de pedir a los sacerdotes secularizados que volvieran a ejercer, ¿serías uno de los que se mostraría dispuesto?
Yo sí. Diría "aquí estoy" inmediatamente. Mu jubilaría mañana mismo del Ministerio y me pondría a disposición del obispo.
¿Por qué crees que se está desaprovechando todo ese potencial, de otros sacerdotes que estarían dispuestos al igual que tú?
Bueno, todo lo que puedo hacer son conjeturas, porque no puedo juzgar exactamente cuál puede ser el motivo. Intuyo algunas razones, pero creo que no tienen peso, porque teológicamente no hay ninguna razón. Sociológicamente creo que la gente ya hace años que lo hubiera aceptado como algo perfectamente normal, y sobre todo hoy, con todo lo que ha pasado y lo que ha llovido.
Pero creo que hay un rechazo interno por parte de la "tribu", hacia aquellas personas que podríamos volver ahora con un carné de identidad cargado de trienios, con canas, sin pelo, pero aún con fuerzas y con ganas.
El Papa de la Misericordia y de las periferias
Teniendo en cuenta la dinámica en la que está entrando la Iglesia con Francisco, ¿crees que el Papa podría atreverse a algo así?
Yo pienso que él ya está decidido, pero el problema es que le dejen. En el Sínodo hemos visto que el problema de los curas secularizados es uno de los que él tiene en su agenda, así que yo creo que si le dejan podrá llevarlo a cabo. Pero para eso tenemos que hacerle caso y pedir siempre por él. Cómo lo articule luego es otra cosa, pero no creo que anduviera con muchos intríngulis ni con muchos miramientos a la hora de hacerlo. Porque las cosas son como son.
Canónicamente el Papa es dueño y amo de la Iglesia, pero Francisco ejerce su ministerio como obispo de Roma, y quiere contar con sus hermanos a la hora de tomar decisiones.
Esta época que estamos viviendo ahora, ¿te retrotrae a la ilusión del post-Concilio?
Tremendamente. Es como si se repitiera esa vivencia. Surge otra vez en nosotros aquella alegría. Sobre todo en aquellos que vivimos la época post-conciliar y que luego hemos tenido que vivir este otro estilo de vida que es la secularización.
¿Por qué crees que el alto clero no se está enganchando con la primavera de Francisco?
El problema es que todos somos hijos de nuestros padres. La formación que han recibido muchos de nuestros actuales sacerdotes y obispos estaba basada en las normas rígidas y ortodoxas de los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fueron un paso atrás para el Concilio Vaticano II. Han recibido una religiosidad y una espiritualidad que no está acorde a los tiempos actuales, porque se fija más en respetar el dogma y la moral que en estar atento a lo que sucede en la calle.
Sin embargo, en la época en que se convocó el Vaticano II todo el clero venía de una formación más rígida todavía, y aún así se logró involucrar a casi toda la Iglesia...
Quizás hoy nos faltan ámbitos donde hablar de estas cosas, donde recoger la ilusión y ponerla en marcha. Porque es verdad que cuesta comprender por qué los sacerdote más jóvenes no se están implicando con el cambio. Porque en el caso de los mayores, puede entenderse que por su propia edad, se aferren a sus seguridades existenciales. Se entiende que no quieran adaptarse a otro ritmo, sino seguir haciendo lo que están acostumbrados a hacer. Puede que a muchos les pille ya sin fuerza, o un tanto desilusionados. No hay que perder de vista que muchos de ellos son sacerdotes del post-Concilio, que han vivido toda esa época tanto más seca y tanto más árida. Por eso entiendo que ahora les cueste un poquito.
Entrevista en Religión Digital
¿Cuándo se va a presentar el libro?
Si Dios quiere lo presentaremos el 15 de noviembre, que es sábado, seis días después del aniversario de la defunción de Vicente. Será en el Seminario de Ávila, como signo curioso y paradójico. Teníamos nuestras dudas de si nos lo iban a dejar, pero nos lo han dejado. El homenaje comenzará a las 11.30, con la celebración de la eucaristía en la capilla del seminario. A continuación presentaremos el libro, a las 13.00, en el salón de actos del mismo seminario.
¿Es éste otro signo de que se están rompiendo ciertos tabúes?
Exactamente. Estoy contentísimo, porque este libro viene a romper un poco esa situación, y viene a ser puente entre una situación anterior y la nueva que está llegando.
Creo que en el acto van a estar (han dicho que harían todo lo posible, siempre que se agenda se lo permitiese), Ricardo Blázquez y Carlos López. Quien sí ha confirmado ya que irá es el obispo de Ávila, don Jesús García Burillo, quien pronunciará unas palabras.
¿Hemos cambiado mucho en 20 meses?
Nadie hubiera dicho que tanto. Y yo espero que en menos de otros 20, cambiemos más. Que terminemos que implantar la Iglesia de campaña y de salir a la calle, a donde están los problemas y las necesidades. Pero para implantar esto, todas las manos son pocas. Habrá que contar con los matrimonios divorciados, con lo sacerdotes secularizados y con los homosexuales.
He de confesar que soy un enamorado del Papa Francisco, porque para mí personifica lo que fue el Concilio: una Iglesia casa de la misericordia, donde quepamos todos.
¿Cómo has visto el Sínodo?
Con sus problemillas internos, como tenía que ser. Es lógico desde el punto de vista humano. Pero creo que ha sido un gran paso, y que durante este año se van a concretar muchas cosas. Tenemos un año para hacer bien la digestión de todo lo que se ha hablado en el Sínodo y encontrar las fórmulas adecuadas.
¿Las expectativas están muy altas?
Sí. Si se rompiesen ahora, sería terrible. Hay muchísima gente sencilla que diariamente entra en Religión Digital para sacar las homilías del Papa, para leer sus discursos. Muchísimos seglares, sacerdotes que ejercen y sacerdotes secularizados que estamos todo el tiempo pendientes de lo que dice Francisco, porque ha creado en nosotros una gran ilusión. Y porque sabemos que lo que queremos es factible, se puede hacer.
Si esto no se consiguiera otra vez por culpa de las fuerzas oscuras, sería una gran desilusión. Seguiríamos creyendo en Cristo, pero haciendo un esfuerzo.
Confío en que la primavera es muy difícil de parar. Poner puertas al campo es imposible.



Algunos titulares:
-Al salir de la Iglesia te dejan totalmente abandonado. La misericordia de Dios brilla por su ausencia.
-Tenemos un año para hacer bien la digestión de todo lo que se ha hablado en el Sínodo y encontrar las fórmulas adecuadas
-Para Vicente la liturgia, el arte y la dramaturgia eran las maneras en que se descubre el misterio de Dios
-La Iglesia se sigue permitiendo el lujo de perder los talentos de tantos curas secularizados que estaríamos dispuestos a volver a ejercer
-No siento que haya dejado el altar, porque entiendo el altar como la celebración de la comunidad

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