martes, 8 de noviembre de 2011

EL DEBATE ELECTORAL: Rubalcaba vs Rajoy






Anoche tuvo lugar el primero y único debate entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, cabecera de las candidaturas del PP y del PSOE en las próximas elecciones generales que tendrán lugar el próximo día 20 de noviembre.
El debate aportó alguna luz y varias sombras.
· Ambos candidatos manifestaron públicamente que tenían la clave para sacar a España de la crisis que le atenaza actualmente. Sin embargo, ¡qué casualidad! ninguno de los dos mentó el nombre de Europa y/o de las instituciones europeas al respecto. Por lo tanto, siendo una crisis global en la que España por sí misma –y ninguna otra nación europea, por sí sola- no podrá superar la crisis, difícilmente puede uno fiarse de la clave que tienen los dos candidatos para su solución. Todos los comentaristas político-económico-financieros coinciden en que o se salva Europa como un todo o seguirán cayendo las diversas Naciones (ya lo han hecho Grecia, Irlanda, Portugal; e Italia y España están a un paso) irreversiblemente. Por tanto, me resulta duro creer en la solución de ambos candidatos, pues, ninguno hizo alusión a la solución europea.
· A Mariano Rajoy le costó poco esfuerzo poner de relieve que el Gobierno de Rubalcaba había sido el que había dirigido el Estado durante la presente crisis, con el siguiente resultado: La negó, en principio; tardó en verla; ha puesto en marcha una treintena de planes para solucionarla, pero –a todas luces- insuficientes, dado el resultado. Alfredo P. Rubalcaba acusaba que estos lodos venían de los polvos económico-financieros resultantes de la burbuja inmobiliaria que había comenzado con Aznar. Reconocía el socialista que ellos no habían sabido pinchar la burbuja, pero, que ésta traía denominación de origen pepera. Todos dijeron al respecto parte de la verdad. Pero no toda la verdad. La verdad es que la crisis nos ha llevado al límite actual porque ellos han desoídos las innumerables voces que les hemos pedido una acción conjunta de todas las fuerzas políticas para afrontar la solución. Por activa y por pasiva y a través de todos los medios las mentes más preclaras y las plumas más atinadas de este país les han pedido un Pacto, al estilo de los bien recordados Pactos de la Moncloa, para poder adoptar las ingentes y dolorosas medidas que requiere la superación de la brutal crisis actual. No lo han hecho. No lo han hecho, por pura miopía político de carácter partidista. Solamente así saldremos de la crisis.
· No hicieron mención a la solución europea de la crisis ni pisaron tampoco el albero nacional del Estado Autonómico. Si la solución nos viene de Europa -yo esto ni me lo planteo, por obvio- el debate de ayer tendría que haber girado, fundamentalmente, en torno a Europa. Ni mención. Lo que el candidato socialista ofreció como salida a la crisis era una petición a la UE para que retrase el cumplimiento de los objetivos de déficit al menos hasta 2015. También pidió que el BCE rebaje el tipo de interés y que el Banco Europeo de Inversiones inyecte 70.000 millones en una especie de Plan Marshall de nuevo gasto público. Lo del plan Marshall -un gasto público, otro más, controlado por el Estado- es de estrambote. Y pedir que la UE retrase los objetivos de ajustes presupuestarios es pedir al enfermo que continúe como tal sin aplicarle la terapia adecuada. Pero hay más: Rubalcaba pedía eso, cuando sabía que Zapatero había firmado unos días antes un compromiso con Europa que consistía en conseguir los siguientes objetivos de déficit: 6% con respecto al PIB en 2011; un 4,4% en 2012; un 3% en 2013 y un 2,1% en 2014. ¿Por qué pidió, pues, Rubalcaba el retraso hasta el 2015? Por demagogia y falta de respeto al nivel intelectual de los españoles. El mal -la crisis- ha nacido precisamente en los desajustes presupuestarios.


Por otra parte y entre otras causas, la más importante de la quasibancarrota nacional que nos atenaza tiene su origen en la estructura territorial de nuestro Estado. Las 17 Comunidades Autónomas se están comportando como si fuesen pequeños Estados, con unos gastos irracionales, con una deuda pública vergonzante y vergonzosa, con una utilización de las instituciones como si se tratase de la propia finca particular. Para qué seguir. El gasto de las 17 CC. AA. es el quid de la cuestión. ¿Qué hicieron o dijeron al respecto nuestros candidatos –quiero decir, los candidatos de los dos partidos mayoritarios- en el debate? Pásmense: NADA. No mencionaron la actual territorialidad del Estado, cuando ambos son conscientes de que ahí está la raíz del problema y, a la vez, el origen de la solución. Pero, el tiempo es tozudo. Más pronto que tarde en España tendremos que replantearnos el artículo VIII de la Constitución y, reformando ésta, reformar nuestro mapa autonómico. Esta situación actual no la puede resistir España ni la puede aguantar nación alguna.
· Curioso es que ambos candidatos pactaron dejar para el final el tema de la Calidad de la democracia. Y, como si de un asunto menor se tratase, dejaron para ello muy pocos minutos. Pero, lo más curioso es que, ni de pasada, ninguno de los mencionó la calidad de las instituciones básicas del Estado democrático y de derecho: La separación de Poderes. En España estamos padeciendo, a todas luces –aunque no hay más ciego que el que no quiere ver- , un déficit democrático en los 3 Poderes basales de nuestro Estado. Déficit que se hace mucho más visible y acuciante precisamente en el que tiene que controlar (¡qué causalidad de nuevo!) a los otros dos, el Poder Judicial. No tenemos un poder judicial independiente y, por ello, el gobierno de los jueces, el Consejo General del Poder Judicial, no es tal gobierno. La falta de independencia judicial se hace más clamorosa en el Tribunal Constitucional que, en vez de ser el guardián de la Constitución, se ha convertido –pervertido, más bien- en una cuarta instancia judicial, por encima del Tribunal Supremo, adjetivo éste que, al igual que Montesquieu, ha pasado a mejor vida. NADA; tampoco se habló en el debate de la independencia judicial, ni del antidemocrático sometimiento del Legislativo al Ejecutivo ni de la actuación prepotente y antidemocrática del Ejecutivo que ejerce y ejercita una “democracia domesticada”. ¡Qué pena: la corrupción campa a sus anchas por nuestras instituciones democráticas y ningún candidato lo trajo a debate! Pero, hay más: Tampoco dijeron ni una sola palabra sobre otra necesidad clave si queremos sanear la democracia: La reforma de la Ley Electoral. ¡Una pena!
· En apenas 30 ó 40 segundos liquidaron el problema de ETA, no del terrorismo de ETA, pues, ninguno de los candidatos se atrevió a mencionar el terrorismo ni el daño causado a sus víctimas. ¿Alguien cree que será posible mirar para otro lado y dar una solución histórica al terrorismo de ETA sin afrontarlo abiertamente y sin dobleces y sin ofertar la debida memoria y la inesquivable justicia a sus Víctimas? No, no será posible. Y continuará el problema.

En fín, hubo más asuntos que brillaron por su ausencia en el debate y esta es la razón por la que, para el que esto suscribe, el debate fue muy pobretón y, si me apuran, dio la impresión de estar excesivamente amañado, no sólo en el formato y sus detalles formales -que es lógico- sino en el contenido, cribando los asuntos que sacarían a colación y dejando en el tintero de la indolencia y de la falta de compromiso los que a ambos podrían resultarles espinosos. Una pena, pues, en lo fundamental seguimos igual: Más de lo mismo, despreciando al pueblo llano al que se le imputa una minoría de edad mental incapaz de presentarle los grandes problemas de la Nación.

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