lunes, 28 de febrero de 2011

VIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO




En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:



«Nadie puede servir a dos
señores. Porque despreciará a uno y amará
al otro; o, al contrario, se dedicará al
primero y no hará caso del segundo. No
podéis servir a Dios y al dinero.


Por eso
os digo: no estéis agobiados por vuestra
vida pensando qué vais a comer, ni
por vuestro cuerpo pensando con qué os
vais a vestir. ¿No vale más la vida que el
alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad
los pájaros del cielo: no siembran ni
siegan, ni almacenan, y, sin embargo,
vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No
valéis vosotros más que ellos? ¿Quién
de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá
añadir una hora al tiempo de su vida?
¿Por qué os agobiáis por el vestido?


Fijaos
cómo crecen los lirios del campo: ni
trabajan ni hilan. Yos digo que ni Salomón,
en todo su fasto, estaba vestido como
uno de ellos. Pues si a la hierba, que
hoy está en el campo y mañana se arroja
al horno, Dios la viste así, ¿no hará
mucho más por vosotros, gente de poca
fe?


No andéis agobiados pensando qué
vais a comer, o qué vais a beber, o con
qué os vais a vestir. Los paganos se afanan
por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre
celestial que tenéis necesidad de todo
eso.


Buscad sobre todo el reino de
Dios y su justicia; y todo eso se os dará
por añadidura. Por tanto, no os agobiéis
por el mañana, porque el mañana traerá
su propio agobio. Acada día le basta su
desgracia».
Mt 6, 24-34

1 comentario:

  1. El mejor comentario que se me ocurre colgar aquí, al texto evangélico del domingo pasado, son las palabras que ayer dijo el Papa (tomadas en VIS 20110118 -450-)en el rezo del Angelus, en el Vaticano:

    "El Papa comentó la lectura del profeta Isaías que, consolando a Jerusalén, afligida por las desgracias, dice: "¿Es que puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidara yo no te olvidaré".

    Esa frase es "una invitación a confiar en el indefectible amor de Dios", como lo es la página del Evangelio de Mateo, en que Jesús exhorta a sus discípulos a "confiar en la providencia del Padre celestial, que alimenta a las aves del cielo y viste los lirios del campo y que conoce toda necesidad nuestra. Por lo que el Maestro dice: "No andéis preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer? (...) ¿Con qué nos vamos a vestir? Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso estáis necesitados".

    "Ante la situación de tantas personas, cercanas o lejanas, que viven en la miseria -explicó el Santo Padre- esas palabras de Jesús podrían parecer poco realistas o incluso evasivas. En realidad, el Señor quiere hacer entender claramente que no se puede servir a dos señores: a Dios y a la riqueza. El que cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su Reino, de su voluntad. Todo lo contrario del fatalismo (...) porque la fe en la Providencia no dispensa de la fatigosa lucha por una vida digna, pero libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana".

    "Está claro que esta enseñanza de Jesús, aunque sea siempre válida y verdadera para todos, se aplica de diversas formas según las distintas vocaciones. Un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su mujer y sus hijos. Sin embargo, en todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celeste, como fue para Jesús", que "nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, inmerso en la misericordia de Dios".


    Por último, el Papa invocó la intercesión de la Virgen "para que todos aprendamos a vivir según un estilo más sencillo y sobrio, en cotidiana laboriosidad y en el respeto de la Creación, que Dios nos ha encomendado para que la custodiemos".

    ANG/ VIS 20110228 (160)

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