martes, 8 de septiembre de 2009

GAMBERRISMO Y DELINCUENCIA JUVENIL EN POZUELO












El pasado fin de semana, en plenas fiestas de Pozuelo de Alarcón, un grupo bastante numeroso de jóvenes se enfrentaron belicosa y delictivamente con la Policía Nacional, lesionaron a muchos policías -dos de ellos graves-, destrozaron material urbano y sembraron el pánico a altas horas de la madrugada.

Inaudito en cualquier circunstancia, dice la gente de bien, pero más aún en una localidad donde el nivel de vida es uno de los más altos de España.

¿Qué pasa, qué falla para que estos jóvenes se conviertan en delincuentes comunes y arremetan criminalmente contra las fuerzas de orden público? Oir los comentarios jocosos de algunos jóvenes en el día y lugar de los hechos resulta espeluznante: Se jactaban de estar disfrutando de una de las mejores noches y se sentían satisfechos por tener acorralada a la policía. Tremendo.

Pero lo sucedido en Pozuelo es la consecuencia. Habría que preguntarnos por la causa o causas que propician esta barbarie. Personalmente pienso que estos salvajes lodos vienen, en primer lugar, de aquellos polvos que ha desparramado por doquier el sistema educativo, con la LOGSE como marca o logotipo emblemático. En segundo lugar, la legislación mercantilista y permisiva que ha permitido -en nombre de una falsa libertad de horarios- que jóvenes normales se hayan convertido en -como poco- gamberros que beben en la calle pública (botellón), que inician sus fiestas a unas horas en las que deberían acabar. Comenzando las fiestas a partir de las 12 o la una de la madrugada y acabando a las seis o las siete; bebiendo garrafón en plena calle sin mesura; circulando la droga en sus fiestas nocturnas sin traba de ningún tipo...y todo ello aderezado con una inexistente educación y un analfabetismo cultural cuasi enciclopédico -que decía el otro-. Haciendo éso y siendo así, el resultado es claro: Destrucción, alcoholismo, drogadicción, enfrentamiento beligerante contra cualquier norma, institución o persona que signifiquen autoridad.

La autoridad son ellos, porque son libres y hacen y dicen lo que quieren. Y al que se oponga, palo.

¡Qué pena, que un municipio tan bonito como Pozuelo se signifique por estos deleznables y delictivos hechos! Por favor: Que los responsables paguen por todos los destrozos (ellos, si son mayores de edad, o sus padres, si son menores), que la Ley afronte lo sucedido con toda su fuerza y caiga sobre estos bándalos todo el rigor sancionatorio posible.

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