viernes, 18 de septiembre de 2009

DOMINGO XXV TIEMPO ORDINARIO: LECTURAS


Las lecturas del próximo Domingo, XXV del Tiempo Ordinario, se pueden bajar en esta página:

http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/textos_bib_liturgia/domingos_b/ordinario_b/25tob.htm


PRIMERA LECTURA
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Lectura del libro de la Sabiduría. 2, 12. 17-20.



Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación.
Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos. Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará.


Salmo responsorialSal 53, 3-4. 5. 6. 8.


R/ El Señor sostiene mi vida.

Oh Dios!, sálvame por tu nombre, sal por mi con tu poder.

Oh Dios!, escucha mi súplica, atiende a mis palabras.
Porque unos insolentes se alzan contra mi, y hombres violentos me persiguen a muerte sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida. Te ofreceré un sacrificio voluntario dando gracias a tu nombre, que es bueno.

SEGUNDA LECTURA

Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.


Lectura de la carta del apóstol Santiago. 3, 16; 4, 3.
Pués donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones.

EVANGELIO

El Hijo del hombre va a ser entregado... El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos. 9, 30-37.

Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: <> Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: <> Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor.
Entonces se sentó, y llamó a los Doce, y les dijo: <> Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: <> Palabra de Dios
COMENTARIO, por Román Encabo:
Hoy el Evangelio nos plantea una cuestión siempre vigente: ¿El cristianismo, su doctrina van en contra del progreso? ¿Luchar por triunfar es anticristiano?
Dar una respuesta positiva a las interrogantes anteriores es reducir simplistamente el Evangelio. Observemos que Jesús empieza diciendo: "Si uno quiere ser el primero..." Por tanto, no es malo querer ser el primero. Querer serlo es el fin. Donde Jesús advierte a sus apóstoles es en los medios que vamos a emplear para lograrlo. No podemos seguir el ejemplo de los grandes de la tierra: triunfan oprimiendo a las gentes, a los que les rodean. El fin justifica los medios; cualquier medio. El cristiano, por el contrario, debe ser muy cuidadoso en los medios: debe ser el servidor de todos. Los medios, desde una visión cristiana, son siempre paradógicos: "ser el último de todos y el servidor de todos". Y paradógico es porque, desde la previa negación del propio yo se llega a ser el gran benefactor de todos. La paradoja cristiana consiste en que el éxito y el bien último sólo se obtienen desde la sencillez del que no antepone su propio ego sino el bien de los demás. Teresa de Calculta y ex jesuita Vicente Ferrer pueden servir de ejemplo de verdaderos cristianos. También la vida de clausura es paradigma y ejemplo vivo. Desde la absoluta renuncia a si mismos, entregan su vida, absoluta y radicalmente, en favor de los demás. Paradógicamente, Teresa de Lissieux, carmelita descalza, es patrona de las misiones.
El cristiano no se regodea en el dolor, en el sacrificio por que sí. Los acepta y asume personalmente, porque sabe que desde esa aparente situación de muerte, finalmente se obtendrá el bienestar y la gloria, pues, cree firmemente que Cristo ha resucitado y, por tanto, el dolor, el sacrificio, la cruz y la muerte han sido vencidos por el Resucitado y éste será el fin de todos: el triunfo, la resurrección gloriosa.
Los cristianos podemos y debemos luchar, en nuestra sociedad, por el progreso y el bienestar, pero, hemos de emplear para ellos los medios que el ejemplo de Jesús de Nazaret nos muestran: Anteponer el bienestar de los demás a nuestro propio egoísmo. ¡Paradógico pero maravilloso ideal!

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