Estar pasando unos días en Calpe y que amanezca un día con nubes y claros es una gozada adicional. La lluvia, en este paraíso del Levante español, es bienvenida, pues, no sólo refresca un poco el ambiente y baja 3 ó 4 grados el mercurio, sino que, también, propicia ponerse los náuticos y regalarse un paseo gratísimo.
Esta meteorología invita a romper la rutinaria práctica de la playa y darse un baño de otro tipo: contemplar los bellos parajes que adornan Calpe. Aquí se conjugan el mar con sus playas, las montañas enhebradas de apartamentos en sus laderas y envueltas en nubes que adoptan las más caprichosas formas imaginables.
Para culminar placenteramente el paseo, nada mejor que sentarse un ratito en El Pasaje. Se trata de un magnífico mesón, Bar-Restaurante, donde Jesús, su dueño, David y Alejandro -sus hijos: de tal palo tal astilla- y Gabriel, Jaelly y Mario, los empleados, nos agasajan con sus mejores sonrisas, únicamente comparables con los magníficos y abundantes aperitivos con que acompañan las cañas y los vinos.
Tras tomar el aperitivo, volver a casa y sentarse a dar lectura a ese libro que empezamos al comienzo de las vacaciones y que nos amenza con volver a casa sin haberlo acabado de leer o ponerse a navegar por internet vienen a ser las tareas que complementan este maravilloso día lluvioso que nos hace olvidar el stress de nuestra vida ordinaria de trabajo.
Esta meteorología invita a romper la rutinaria práctica de la playa y darse un baño de otro tipo: contemplar los bellos parajes que adornan Calpe. Aquí se conjugan el mar con sus playas, las montañas enhebradas de apartamentos en sus laderas y envueltas en nubes que adoptan las más caprichosas formas imaginables.
Para culminar placenteramente el paseo, nada mejor que sentarse un ratito en El Pasaje. Se trata de un magnífico mesón, Bar-Restaurante, donde Jesús, su dueño, David y Alejandro -sus hijos: de tal palo tal astilla- y Gabriel, Jaelly y Mario, los empleados, nos agasajan con sus mejores sonrisas, únicamente comparables con los magníficos y abundantes aperitivos con que acompañan las cañas y los vinos.
Tras tomar el aperitivo, volver a casa y sentarse a dar lectura a ese libro que empezamos al comienzo de las vacaciones y que nos amenza con volver a casa sin haberlo acabado de leer o ponerse a navegar por internet vienen a ser las tareas que complementan este maravilloso día lluvioso que nos hace olvidar el stress de nuestra vida ordinaria de trabajo.
Calpe es un lugar ideal para descansar y gozar. El pueblo es tranquilo, aunque, no faltan las fiestas, sobre todo de carácter popular. Sus gentes amables proceden de todas las partes de España, atraídos por el boom turístico, inmobiliario y de la hostelería, y del resto de Europa, principalmente, del Reino Unido, Alemania y Holanda. Van ya para 4 veranos los que he disfrutado de Calpe y, gracias a Dios, no he sido testigo de ningún altercado digno de reseñar.
En Calpe se descansa, se disfruta, se come y bebe gratificantemente y se contemplan unos paisajes maravillosos, donde cualquier fotografía de los mismos, puede convertirse en una bella postal.
En Calpe se descansa, se disfruta, se come y bebe gratificantemente y se contemplan unos paisajes maravillosos, donde cualquier fotografía de los mismos, puede convertirse en una bella postal.
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