viernes, 6 de enero de 2012








Ayer al mediodía, un sobrino me daba la noticia triste de la muerte de una gran persona, un excelente sacerdote y un buen amigo: Vicente Aparicio.

Encargado de la custodia de la Catedral, su trabajo silencioso, abnegado y entusiasta ha ayudado a descubrir -junto con El Diario de Avila- muchos tesoros que hasta ahora no conocíamos en nuestra Iglesia Madre abulense.

Sus primeros años de vida sacerdotal transcurrieron fundamentalmente por algunos pueblos de la cara norte de nuestra sierra de Gredos. El Obispo Don Maximino Romero de Lema le trajo a Avila y algunos seminaristas -de los mayores de aquel momento- guardaremos siempre de él un recuerdo agradecido y cariñoso, pues, era como un hermano mayor, siempre atento y solícito a los detalles más pequeños, en quien se podía confiar y con el que podíamos desahogarnos y contar nuestros problemillas.

Vicente: Al igual que lo hizo hace unos años tu tocayo y recordado Martín Pindado, te has adelantado hacia la casa del Padre. Desde aquí os recordaré siempre en mis oraciones y pediré constantemente vuestra ayuda, con la que, como siempre, sé que puedo contar.

En este día de la Epifanía pido que "la Luz y la Gloria del Señor amanezca sobre tí":

Tú, Señor, eres nuestra vida y nuestra resurrección. Amén.

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