domingo, 19 de julio de 2009

NAVARREDONDILLA






La














semana pasada tuve la suerte de pasar un día en mi pueblo, en Navarredondilla. El pueblo, sus casas, los paisajes, los paisanos, la casa familiar... Todo fue un cúmulo de sensaciones y sentimientos, hondos y entrañables.

Reconozco que con Navarredondilla no he llegado a romper "el cordón umbilical". A pesar de los años y de que no puedo ir tantas veces como me gustaría -más bien, por desgracia, voy poco-, sin embargo, mi pueblo es algo para vital que está siempre presente en mi existencia y en mis recuerdos.




En verano, ciertamente, se puede disfrutar allí de unas vacaciones inolvidables. Muchos son los que, a lo largo de los años, descubrieron este pueblecito y sus entrañables parajes y lo han disfrutado pasando allí su descanso veraniego. Los prados llenos de fresnos, los huertos frondosos cercanos a la garganta, las eras, con el complejo deportivo -piscina incluida- que el Ayuntamiento está dejando muy coqueto con la ayuda gubernamental del Plan E, sus calles retorcidas y empinadas son un relax para el veraneante.

Pero, hay una zona, un tanto desconocida que atrae para mí especialmente la atención y el recuerdo. Se trata de las edificaciones de pajares, corrales y majadas que orlan la ladera oeste de La Cabezuela. Son unos edificios construidos a base del abundante granito de la zona, orlados con la típica teja árabe. Toda una belleza, que habría que conservar, con la pertinente ayuda institucional mediante.

Desde esa zona la vista es maravillosa: La cordillera del Sistema Central se levanta al fondo majestuosa y enigmática. Los puertos de Serranillos y de Mijares invitan al contemplarlos a hacerse una excursión al lado sur de la Sierra de Gredos y contemplar aquellos otros paisajes, también maravillosos. Burgohondo aparece a la izquierda y su vista hace renacer en uno aquellos recuerdos de vida y alegría, cuando allá por los años cincuenta era El Burgo la capital de la zona. Allí teníamos los comercios mejores; en él se podían ver las mejores novilladas en las fiestas del Cristo de Septiembre. En frente tenemos la estribación donde toma cuerpo el Cerro de los Aguilones, coronado por Navarrevisca, que deja a Navatalgordo a sus pies. A Navalacruz hay que imaginársele al contemplar la bajada de la sierra, desde Navarrevisca -con su bella y poblada pinara y la otra ladera de la sierra que, con la del pinar, da cauce a la garganta de este bello pueblo.


En fín, toda una gozada que quiero compartir con el que tenga a bien abrir esta humilde página, poniendo aquí alguna foto de los lugares y paisajes mencionados.

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