sábado, 26 de junio de 2010

Reentrada






Llevo un largo período sin aparecer por este blog y no ha sido por falta de ganas sino de tiempo; no por falta de temas o acontecimientos sino por haber estado ocupado en aquellos que vienen siendo el sustento personal y familiar: primum vivere, deinde philosophare, que dijo el clásico.

En este lapso, el asunto más lacerante es la situación económica. La inexistente -hace un año y medio- crisis, que sostenían algunos, ya está entre nosotros con toda su crudeza. Hoy no solamente ya nadie la niega -ni siquiera los que llamaban antipatriotas a los que apuntaban su existencia desde hace dos años-, sino que todos estamos tocados, de una manera o de otra, por la malvenida crisis.

El gobierno se ha visto obligado -tal, cual suena: que se lo pregunten a Merkel, Obama o al presidente francés- a tomar un rumbo económico y social totalmente diferente al que iba no sólo en su programa electoral, sino en su ideario de partido. Hay que reducir el déficit público, rebajar la deuda, reorientar las relaciones laborales, apoyando más la sostenibilidad de la empresa que los derechos laborales de los trabajadores, etc. Y falta, aún por hincar el diente a dos campos fundamentales: La reforma financiera y el saneamiento de las pensiones.

Desde mi limitado punto de vista, observo que sí, se están tomando medidas, pero pienso que unas veces no son las adecuadas y otras, casi siempre, no son suficientes. Y se están tomando, que éso es lo peor, unilateralmente, por parte del gobierno, sin haber logrado llegar a ningún tipo de pacto con ninguna de las fuerzas del arco parlamentario. Y al decir "sin haber logrado", que no se entienda que lo ha intentado y no lo ha logrado. No. No habido ningún intento serio ni por parte del gobierno ni por parte de los demás grupos parlamentarios.

Muchísimas voces cualificadas del mundo de la economía, política, sociología han clamado por un nuevo y gran pacto, al estilo de los recordados Pactos de la Monclóa. Pero nadie ha tenido la visión de estado suficiente, la generosidad política necesaria para firmar ese necesario pacto. Una pena, que los ciudadanos de a pie anotamos en el debe de toda la clase política. Por esto y por muchas deficiencias más se comprueba que la clase política es vista por los españoles como uno de los problemas o causas generadoras de la crisis, más que como la posible solución a ésta.

El gobierno no ha hecho bien los deberes y la oposición tampoco. Ha faltado generosidad y visión política de largo alcance a unos y otros. Y en esas siguen. En España tenemos que replantearnos, de una vez por todas, la esencia y el papel de los partidos políticos. Deben responder a lo que de ellos dice nuestro texto constitucional en su Título Preliminar. Por el contrario, dan la sensación de que su única función es ganar elecciones, no ser cauce para la participación política y la construcción de la Nación.

En la crisis, como digo, se van retratando unos y otros, todos aquellos que componen el escenario político, económico y social. Y no quiero terminar estas líneas sin dejar constancia de que los grupos sociales dirigentes, los sindicatos y la patronal, son los estamentos sociopolíticos cuyo retrato ha quedado peor parado. Uno tiene la sensación de que no sirven para nada. Empieza a cundir la idea, entre la ciudadanía, de que el mecanismo de sostén de unos y otros no debería ser los presupuestos del Estado; que deberían desaparecer las subvenciones hacia esos mal llamados "agentes sociales", pues, dada su inoperatividad y su inepcia, son una rémora más a la hora de reducir el déficit público. ¿Por qué no se sustentan de las cuotas de sus afiliados? ¿Por qué no se les "abandona" a la crucecita, a la "X", en una casilla de la declaración de la renta, como se hace con la Iglesia Católica y otros entes sociales? Estas y algunas más son las preguntas que ya se oyen entre los paganos de la crisis: los curritos.

Dejo, para otro día, la medida estrella del gobierno para reducir el déficit público: rebajar el sueldo a los funcionarios públicos y congelar las pensiones. Adelanto que la medida no es sino un canto de sirena, pensando que el paisanaje se va a calmar echándoles la carnaza de la rebaja funcionarial. Pura pantomima que, además, no incide, apenas, en el objetivo de reducción del déficit. Pero, ya digo: hablaremos más despacio.

De momento, sigamos sorteando la crisis, ayudando económicamente a los miembros de la familia a los que el paro les vaya arreando; atendiendo y cuidando a los mayores en casa sin ayuda alguna de las instituciones responsables; acudiendo a la tan maltratada Iglesia para que a través de sus comedores y roperos de Cáritas podamos ir minimizando los mordiscos de esta crisis, hoy ya admitida por todos, que ha devenido pura y dura recesión económica.

La economía hoy se ha globalizado, pero, sigue siendo un juguete muy frágil que corre peligro no en las manos de los trabajadores, sino por la desafinada batuta de nuestros dirigentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario